Dijo la crítica:

Des Encuentro
La habitación cerrada
Autoría y Dirección: Mariana Hansen. Elenco: Marisa Pájaro y Daniel Ibarra. Teatro El Piccolino: Fitz Roy 2056. Funciones: Sábados 21.30 hs. Entrada general :40
Una mujer y un hombre encerrados en una misma habitación articulan y desarticulan un diálogo descompuesto. El no la ve, es ciego, y le exige perentoriamente que se vista y se vayan de ahí. Ella no quiere irse. Juega con él, lo seduce y lo increpa. Juntos reconstruyen los pedazos de una historia que parece le pasó a otros.
La situación toma tonos oníricos, y desfasados como una película con cortes y repeticiones obsesivas. Ella repite actos mínimos en los que se apoya una y otra vez: mondarse los dientes, masajearse la cabeza, arreglarse las uñas, mirarse al espejo. El teléfono no cesa de sonar, y su timbre es la señal de algo que termina, del fin de la estadía en un no lugar, que bien podría ser la mente de alguien o el sueño trasnochado de un paciente psicoanalizado.
Marisa Pájaro encarna con mucha solidez esta mujer que sufre de soledad y de trauma con su cuerpo y que busca el amor desesperadamente. Daniel Ibarra conmueve en su rol de fantasma, hombre solitario que también irrumpe en los sueños e inconsciente del otro, como en una dimensión donde todo es posible, donde no hay límites.
La relación entre El, y Ella, va mutando en diferentes momentos, en esta pieza que no posee una historia lineal, sino que va de imagen a imagen en saltos discontinuos. El absurdo irrumpe con su superposición de imágenes y palabras, y el espectador debe soltarse y aceptar que no todo es explicable y que muchas significaciones quedarán pendientes.
La música acompaña y puntúa la actuación de Pájaro e Ibarra, como una partitura, en la que hay silencios, sonidos, y pausas. Los apagones continuos separan pero a la vez unen las distintas situaciones. Es realmente desopilante cuando ambos se travisten de personajes de alguna comedia italiana, o cuando escenifican una sesión absurda de psicoanálisis.
Cabe destacar la escenografía que acompaña y recrea el clima de absurdo, en el que las leyes de la física no funcionan, donde las puertas no llevan a ningún lado, y los espejos son ventanas a la propia alma.
La protagonista no quiere salir de la habitación de ensueño, ¿su propia mente?, ¿su inconsciente?, no quiere terminar su sesión,. Lo que queda claro es que ella está atrapada en su propia angustia, su propia tristeza que la envuelve y encierra como una gran habitación sin salida.
3/4/2011
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